
Como podéis ver, este es el resultado de mi secreto, ya colgado del árbol con el que posteriormente realizamos el ritual final. Para expulsar mejor los miedos de nuestro interior, pusimos música que nos diera buen royo y nos pusimos a bailar, aunque luego decidimos entre todos que era mejor quedarnos sentados y meditar sobre ello.
Fue una sensación muy buena el sentir que estos secretos, que nunca habían salido de nuestro interior, hayan sido liberados en grupo. Una situación muy beneficiosa para todos y que considero que todo el mundo debería experimentar.
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