Aquí está mi cojín personalizado, que, a pesar de no tener una gran cantidad de abalorios encima, sí tiene purpurina y, cómo no, el color rosa, que me caracteriza bastante. Elegí este cojín porque no tenía ningún tipo de estampado que impidiera mi completa customización y porque ha estado sobre mi cama durante años (hasta este), por lo que le tengo mucho cariño. Es verdad que se me ocurrió añadirle elementos decorativos como abalorios, plumas, botones... pero iba a parecer de todo menos un cojín.
Además, el objetivo de esta actividad era estar cómodos durante la asamblea. En estas sesiones, se consiguió un buen ambiente para hablar tanto de aspectos de la vida cotidiana como de otros relacionados con la clase. Esto nos permitió expresarnos y fomentar la comunicación. Incluso muchos de nosotros nos emocionamos escuchando las experiencias de otros compañeros. Todo esto me llevó a pensar que tal vez la educación artística no consiste en aprender técnicas para plasmarlas en un papel y que quede "perfecto" sino que se trata de aprender a transmitir, de expresarnos, ya sea a través de imágenes, palabras o nuestro propio cuerpo (performance).
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